Se ha levantado un día gris, muy gris y yo llevo durmiendo diez horas. Ayer terminé de esbozar mi biografía. Todos los datos se han plasmado por encima, sin un atisbo de emoción y las fechas son totalmente confusas. Ha sido una experiencia ardua, unos deberes horribles.
Es una experiencia curiosa sentarte delante del ordenador y tener que escribir tu vida entera, qué hechos son relevantes y cuáles se quedan en el tintero. También depende del día que los recuerdos son de un color u otro.
Hoy es un día gris que augura el invierno, un invierno al que me tengo que enfrentar sola. Es duro el día de hoy tras haber escrito mi vida.
Según vas escribiendo te van viniendo ideas claras sobre ti misma en la cabeza, a veces te da la impresión de que la vida consiste en una lucha continua contra la soledad. En realidad siempre estamos solos, tenemos la fantasía, la falsa ilusión de que estamos acompañados en determinados momentos de nuestras vidas, pero siempre acabamos solos.
Ya no es cuestión de amar o no amar, de que te quieran o no te quieran, es mas complicado, se trata del abandono en el que vivimos. Todo cambia a nuestro alrededor sin que apenas podamos darnos cuenta, lo que hoy es el pilar de tu vida, mañana no significa nada.
Quizás esto sea uno de los cánceres de nuestra cultura, por que ahora nada es para siempre, nada dura toda la vida salvo la soledad. Vivimos en un país en el que no tenemos héroes, ¿cuántos países carecen de la figura entrañable del héroe?, nosotros no avanzamos hacia el futuro de la mano de una especie super yo neofreudiano adaptado a nuestras necesidades, nosotros perdemos el rumbo, por que caminamos en un bosque tupido y la mayoría nos perdemos. Es parte de la condición humana la necesidad de tener algo o alguien a quien admirar, la necesidad de ídolos. De aquí nace la fe católica, la cuál no comparto.
Ya que las cosas son así, la única salida que nos queda es tratar de conseguir que seamos un lugar confortable y calentito para nosotros mismos, para que los días grises en los que mas parece que el mundo hubiera desaparecido detrás de la puerta, sean días de agradable compañía: tú mismo.