miércoles, 19 de septiembre de 2007

El regreso a casa.

Una semanita de vacaciones en Londres y me siento como si hubieran pasado tres años, me he ido a casa de mi primo a conocer a su nueva novia finlandesa y a pasar unas buenas vacaciones. Como él es muy hospitalario, me ofreció las llaves de su casa y que me alojara con ellos el tiempo que quisiera, pero luego las cosas nunca salen como las planeas y nunca llegué a ver las llaves de la casa y he pasado mas hambre que el perro de un ciego, menos mal que he visitado a mas gente y he pasado la noche allá donde me pillaba, lo cuál está muy requetebien.

Cuando vas una ciudad como Londres, capital financiera del mundo, piensas que todo funciona a las mil maravillas, pero no, señores, no, lo que pasa es que ellos no se inmutan con las eventualidades que a cualquier españolito de a pie le sacarían de sus casillas, por ejemplo, tras un estupendo día en el que comí un shushi para llevartumbada en Green Park mientras leía un libro, paseé por el soho y recorrí Oxford Street, me disponía a volvera casa el la línea central cuando me encuentro con una exuberante mole femenina que me dice, simple y llanamente, que está cerrada la línea... y se queda tan ancha, así que fui adelantando estaciones a ver si conseguía llegar a alguna parte. En un momento dado, decidí que iba a hacer cola en una de las estaciones, total, tenía tiempo de sobra... y nada, bajo al andén y me encuentro que faltan 15 minutos, luego 10 ... y luego 1 minuto... un minuto que duró aproximadamente 40 ídems!!!!!!!!!!!, y claro, yo defecándome en todo lo que se movía al mas puro estilo español y con el sello que ponemos en mi familia a las susodichas defecaciones... pero la gente tan pichi oye, que no pasa náaaaa, que no tiene la mas mínima importancia tardar TRES HORAS en hacer un trayecto de 30 minutos...

Pero claro, mucho mejor es llegar a casa tras un viaje repletito de emociones fuertes y encontrarte que te han abierto el buzón para llevarse tu correo, pfsé, pues bueno, la rutina de mi vida, las cosas pelín raritas... que solo te llevan unas horitas en la comisaría poniendo una denuncia no sea que a algún imbécil se le ocurra hacer algún desaguisado con alguna tarjeta que me haya podido enviar alguna entidad financiera de esas que no paran hasta que te endiñan una tarjeta de crédito.

Sin embargo, da gusto llegar a casa, encontrar un sol radiante, gente viva por la calle, gente que casi se corta las venas por que el de delante de la cola tarda una milésima de segundo mas de lo que debería en dar un paso hacia delante... entonces sonríes y una lágrima de emoción recorre tu mejilla, da gusto volver a casa!!!