sábado, 30 de mayo de 2009

Que bueno es retomar el control de la propia vida, sentir paz conmigo misma, no tener miedo de que esa vocecita tenga razón... por que siempre la tiene.
En la vida no se cumplen las reglas de la física macrocósmica, en esta vida, el que coge las escaleras mecánicas y trata de correr sobre ellas para llegar antes al destino, siempre llega mas tarde que el que va a su lado andando tranquilamente y sintiendo bajo sus pies cada paso que da.
De nada sirve saber lo que uno quiere llegar a ser si lo convierte en una máscara que recubre lo que uno es en realidad, por que esas características que podrían suavizarse con calma, tiempo, autoaceptación y cariño, se convierten en cosas oscuras que se agrandan constantemente, que crecen a medida que uno trata de taparlas, de ignorarlas y de fingir que no existen. Tan solo hay que aceptarlas, es muy sencillo, por que no pasa nada, así se desdibujan y terminan por desaparecer. Así crece uno trabajando por mejorar, pero mejorar de verdad, no tapando huecos.
Cuando uno no acepta sus peculiaridades, estas se vuelven contra uno de las formas mas variopintas, como la ira contra los demás, la exigencia, la dominación, la inaccesibilidad emocional, la incapacidad de amar, la imposibilidad de aceptar a los demás como son y amarlos tal cual son.
Esta semana ha sido ajetreada y apenas he tenido tiempo para mi, pero es una fuente importante de vida en mi existencia lo que los demás me aportan. He recuperado mi tiempo con esas personas que tengo cerca y que tanto me alimentan, he reído y charlado, he tomado mojitos en la latina y he bebido cerveza en aluche, he hablado sobre la vida y la meditación en san francisco, he conocido el lado artístico de un compañero y charlado con él y una amiga sobre los talleres de escritura, he vuelto a mi vida, he vuelto a soñar, he vuelto a tener hambre, sed... he recuperado mi vida, que crece por momentos.

lunes, 25 de mayo de 2009

Positividad

A pesar de que siempre me han dado ganas de patear los culos superpositivos del mundo, estoy harta de escucharme quejas y lamentos. Tampoco es que pretenda ser una de esas personas de fresa y nata que, mas bien, parece que escondan un hacha ensangrentada en su alcoba mientras sonríen complacientes al mundo sin que nada pueda alterar esas sonrisas que, en el fondo, son bastante siniestras.

El sábado me fui al pueblo a pasar el fin de semana con mi familia, había tenido intervención por la mañana y había salido de trabajar sobre las 12. A la hora de comer pasaban a buscarme a mi casa la pareja perfecta, mi hermana pequeña y su novio. Yo estaba muy tensa, muy nerviosa… y cuando me pongo así, no hay quien me soporte, todo lo que sale de mi boca son exabruptos, me arde el veneno en la garganta. Tenía que ir, con mi pena mitad dolor, mitad rabia, a volver a dar explicaciones, “vienes sola?, no viene El Chino contigo? (J pasaba tres semanas en china y una en Madrid, aproximadamente…)”, “pues no, El Chino y yo ya no estamos juntos”… miradas de sospecha, complacientes, tistes, de sospecha… “ay, Mariquita!” (así me llama mi abuela y no se si hay algo en el mundo que mas me guste). Pero lo que mas me fastidia de esa situación es que yo soy un surtidor y hace falta sólo la caída de una hoja de un árbol para provocarme el llanto, con lo marimacho que soy… ahora, que con las situaciones mas críticas, fía como un témpano, ni una sola lágrima.

Así que, ahí estaba yo, de camino al pueblo para celebrar el cumpleaños de mi padre, enfurruñada como un pequeño demonio de tasmania, augurándome la peor de las pesadillas. Tiempo perdido, como tantas veces, adelantando acontecimientos.

Es cierto que, según llegué, mi abuela me miró a los ojos desde la escalera y ya puso cara de espanto, sus ojos reflejaron perfectamente su sensación de profunda tristeza y angustia. Es cierto que hice un esfuerzo enorme por no llorar, es cierto que ya había atravesado la barrera de mis sobrinos preguntando “dónde está J?”, es cierto que se me inquieta el alma cuando estoy en el punto de las miradas tristes, es cierto que no me gusta que esperen algo, sea bueno o malo, de mi, es cierto que me gusta hacer las cosas a mi manera y que no se hacerlo de otro modo.

Sin embargo, pasamos la tarde charlando sobre mi sobrino el mayor, sobre cómo manipula a sus profesores y a los niños del cole, como nos hace reír con su inocencia de niño de ocho años y su inteligencia descompensada. Parece que, en su caso, el ser superdotado no le hace sentirse desplazado, es un niño bastante seguro de si mismo y a mi me fascina que tuviera un pensamiento abstracto cuando apenas sabía andar, no tenía mas de un año cuando iba como un enanito hablando y divagando sin parar de la mano de su madre, acosándola sin querer, intelectualmente, “mamá, si yo pienso en una cosa en mi cabeza, ¿esa cosa es real?”.

Después nos fuimos al campo con la moto de trial que tiene el novio de mi hermana, yo quería cogerla, solo había cogido en mi adolescencia una especie de vespino trucada que tenían mis primos… y me encantó, también la cogí el domingo… y me muero de ganas de saber llevarla bien, no solo de ir por los caminos, si no de controlarla lo suficiente como para meterme por sitios complicadillos… por que este año me tengo que comprar una moto.

Aun así, el domingo no podía controlar la tristeza que sentía, a pesar de tener claro que las cosas tienen que ser así, hay momentos bastante tristes, momentos en los que mi cerebro elabora a velocidades meteóricas montones de pensamientos. Me resisto pero la tristeza no se va… claro, es que no hay que luchar contra ella, no hay que temerla, tan solo hay que asumirla y ocupar el tiempo en cosas que te hagan sentir mejor.

El domingo estuve encantada de llegar a casa, abrí la puerta y ahí estaban mis fierecillas esperándome, la casa estaba limpia y ordenada, he conseguido poner en orden mi existencia. No se cómo ha podido suceder, pero la paz y la calma se ha empezado a colar en mi espíritu por alguna ranura… o quizás nace de mi… quién sabe, pero bienvenida sea.

lunes, 18 de mayo de 2009

El desencanto

Me enamoré de ti en el mismo instante en que te vi, tu sonrisa sincera que me daba tanta paz y armonía, tu piel suave de niño, tu pantalón corto... recuerdo cómo me agarrabas la rodilla cuando íbamos en la moto, con tanto candor, me transmitías tanto... y estaba dispuesta a todo por nosotros.
Tenía dudas y miedos en el saquito que todos llevamos en el hombro, pero tu aliviabas mi carga con tus palabras dulces y tu sonrisa de ángel, me abrazabas y el mundo desaparecía a mi alrededor.
Tocarnos era poner nuestras almas al sol y se miraban cara a cara, nuestros mundos, nuestros deseos, nuestros anhelos, nuestras vidas, tan unidas en aquél momento.
Cientos de razones para amarte sobre la almohada, cientos de planes, de esperas, de inquietudes, de deseos... para que resultara ser un espejismo, un sueño.
Es un puñal afilado la mentira, el engaño, el juego inconsciente del niño que quiere ser amado a la fuerza, la mera sugestión que confunde a cupido, que dispara a mi corazón incauto y confiado. Cupido disparando flechas de un amor fláccido, vacío, que se acaba tras cinco asaltos, cupones, cartuchos. Disparos de niño candoroso que esconde soberbia, que se transforma en un pequeño muchachito iracundo, hiperexigente, que llora y berrea por que no tiene, por que no consigue por que culpa a todos de no ser suficientes, pequeño ego hiperexigente, insaciable, que grita por que no le dan un caramelo cuando tiene delante una enorme tarta de frutas y majares.
Muchachito ingrato, todavía duermo con tu oso de peluche y añoro tu cuerpo que tan perfectamente encaja con el mío, que me abraza mientras duermo.
Muchachito ingrato, deja de llorar, enjuga tus lágrimas y mira a tu alrededor, mira tu pequeño palacio de las delicias, juega con tus juguetes en lugar de llorar por los que no tienes, sacia tu hambre con los manjares que se te presentan en lugar de gritar por lo que no te ponen.
Muchachito ingrato, recibe el amor de las caricias que te dan, los abrazos y los besos, las palabras cálidas al oído, los tiempos de espera, acepta el apoyo incondicional, saborealo y no lo machaques, mira el mundo soleado y deja de sentir tormentas. Lo tienes todo a tu alcance, no patalees, no lo rompas, no pierdas tiempo y se feliz.

martes, 12 de mayo de 2009

Y sin embargo

la vida continua, recobro la calma a media mañana y hago planes, me siento bien, voy a ver la exposición de fotografías del MOMA de NY. Hace meses que quiero ir y no he tenido fuerzas... siempre esperándole... ese ha sido mi gran error.

Un día mas

Por fin ayer me arranqué... las horas van dejando salir a los sentimientos del fondo del vaso revosado, poco a poco los motivos dejan de tener peso frente a los sentimientos y aflora la tristeza.
No tengo ganas de nada, hoy solo quisiera llorar y ver la lluvia tras la ventana, pero hace sol, un sol esperanzador y energizante para quien pueda sentirlo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Los finales

Qué tristes son siempre los finales, y qué frustrante resulta no haber podido... que no haya podido ser... lo difícil que es no agarrarse al pequeño recurso de "si pudiéramos arreglarlo...", cómo pueden dos personas que se tocan en lo mas profundo de sus seres no entenderse en el mundo de los mortales, cómo pueden esas dos personas llegar a no querer mas... en tan poco tiempo.
Cómo volver a empezar de nuevo, cuánto tiempo tardaré esta vez en olvidar, en dejar de sentir, cómo mantener la calma y no entrar en mecanismos obsesivos, cuándo dejaré de escuchar el teléfono sin que mi corazón añore una llamada suya, un mensaje, un correo, un olvido y un volver a empezar.
Quisiera que el amor triunfase de una vez por todas en mi vida, por que he llegado a añorar a mi exmarido, que fue la única persona que luchó por mi durante un tiempo, pero al menos lo hizo, no se dio por vencido en la primera dificultad seria.
Recuerdo mi primer año con mi exmarido, fue difícil, discutíamos todo el rato y luego llorábamos sin comprender lo que nos estaba pasando, pero nos queríamos y siempre continuamos adelante hasta que aquella niebla se disipó. Llegaron otras, pero aquella vez confiamos en el amor. A partir de ahí, comenzó la única etapa de mi vida en la que he confiado plenamente en alguien y, a pesar de que no era una persona adecuada para mi, a pesar de que sufrí mucho, de que confundí aquello por lo que debía luchar, o sea, yo, aun así, es lo mas hermoso que he hecho en mi vida, precisamente por ello, esa pérdida, la de la confianza, es lo mas doloroso que me ha sucedido jamas, tanto es así que todavía no lo he superado.
Lo he vuelto a intentar, pero mi corazón no se presta. No se puede cambiar el pasado ni forzar el destino, aunque siento mucha pena por no haber podido volver a hacerlo, ni siquiera se si es ese el motivo por el que estoy hoy escribiendo estas letras o es, acaso, la intuición que la vida me ha dado la que me hizo no confiar.
Sea como sea, ahora ya no importa.

viernes, 8 de mayo de 2009

La incongruencia como modo de vida

Estuve muchos meses intentando vender el piso con unas subidas y bajadas de extrañas emociones, a veces me daba la angustia por que si no lo vendía me iba a morir toda toda, otras me daba un poco de pereza, otras me sentía super segura de la muerte... hasta que, finalmente, apareció la compradora... y voy yo y le digo que ya no lo quiero vender. ¡Por diosssssssssss, pero qué es lo que te pasa!.
En el trabajo la misma historia, que si esto es un asco y si no consigo cambiar me muero, que si odio a todo el mundo, que si tal... y luego... bueeeeeeeeeeeeeeeno, si en realidad tengo un buen horario, así no tengo que volver a empezar en ninguna paarteee...
y así siempre, que ni si ni no ni blanco ni negro... así que claro, me empiezo a preguntar si no seré yo la que pongo a los demás en situación de tomar las decisiones... o es que me hago mayor y me da todo mas pereza?.
El caso es que, o hago las cosas sin pensar o las pienso demasiado y no las hago.
¿Habrá alguna cura para esto?.